sábado, 10 de julio de 2010

Un libro escarlata

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... —Creo haber encontrado lo que usted buscaba —anunció con orgullo Monsieur Edouard mientras conducía a la mujer entre las antigüedades de incalculable valor que abarrotaban una tienda bien disimulada entre los antiguos edificios de un anónimo bulevar parisino que saludaba ya a las primeras sombras de la noche—. Su descripción fue tan precisa que, como le advertí, sólo era cuestión de tiempo…

... Monsieur Edouard tomó un grueso volumen de una vitrina elevada y se lo ofreció a la mujer, que pareció dudar antes de aceptarlo; luego, en un gesto de inconsciente caricia más que de evaluación o tasa, deslizó los dedos por los cantos del libro y las tapas esmeradamente repujadas en cuero teñido de escarlata. Como si no supiera qué hacer con él, o cual si le quemara o manchara y contaminara de algún modo las manos, en seguida lo dejó sobre la mesa, aunque sin dejar ya de mirarlo. El anticuario murmuró un precio que sabía elevado pero ella asintió con un “si sangra, me lo quedo”. Entonces, de repente, de algún lugar sacó una daga que clavó limpiamente en el centro de la mesa, atravesando el libro e hiriéndolo de muerte.

"Shakespeare and CO. Antiquarian Books"
París

miércoles, 7 de julio de 2010

El gesto de la muerte

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... —Amo —dijo el viejo criado al rico mercader—, te ruego me prestes el más veloz de tus caballos pues esta noche quiero estar muy lejos.
... —¿Por qué esa urgencia? —preguntó el mercader.
... —Me he cruzado con la Muerte en el mercado y me ha hecho un gesto de amenaza —respondió el criado con el rostro descompuesto por el terror.
... El mercader se compadeció del criado, que siempre le había servido fielmente, y aceptó confiarle al más veloz de sus caballos para que lo condujera hasta la ciudad de Ispahán, donde el criado le aseguró que se sentiría a salvo.
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... Al atardecer acudió el propio mercader a la plaza del mercado y hallando también allí a la Muerte, no se resistió a preguntarle:
... —Muerte, ¿por qué has hecho un gesto de amenaza a mi criado?
... —¿Un gesto de amenaza? —inquirió la Muerte—. No ha sido de amenaza, sino de asombro. Me sorprendió verlo aquí esta mañana, tan lejos de Ispahán, de donde habré de llevármelo esta misma noche.
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Carlos Schwabe
"La muerte y el sepulturero" (detalle), 1890
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Cuento original de Yalal Al-Din Rumi, poeta persa del siglo XIII
Jean Cocteau escribió en 1923 "El gesto de la muerte".
Jorge Luis Borges y Bioy Casares lo toman y lo traducen para publicarlo en la colección "Cuentos breves y extraordinarios".
A su vez, Gabriel García Márquez lo tituló "La muerte en Samarra".

lunes, 5 de julio de 2010

Fatalidad

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... Ocurrió que cuando se le soltó el broche que sujetaba la túnica de exquisita seda de Murshidabad dejando al descubierto su belleza plena, en el gesto de cubrirse hubo tan natural frivolidad que su auténtico carácter quedó definitivamente al descubierto.
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Emily Balivet
"Dalia, Goddess of Fate", 2009

jueves, 1 de julio de 2010

La abuela

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2 de junio, viernes
... Antes de despedirnos esta tarde, la doctora G. nos ha pedido que durante unos días escribamos recuerdos… Sólo escribir, ha insistido, sin que hablemos entre nosotros de ellos, como si así las palabras resultaran innecesarias.

12 de junio, lunes
... Cada vez que nos portábamos mal, la abuela nos amenazaba con regresar algún día desde el Más Allá, convertida en espíritu fantasmal y ululante. Y la creíamos, claro, porque asomaba de pronto en la cocina templada, envuelta hasta la cabeza en un manto de luto y de lana; porque sus palabras resonaban entremezcladas en la tronada, en el eco de la lluvia golpeando en las ventanas. La creíamos, sobre todo, por el aura del creyón desde el que nos observaba el marido difunto, tan severo, tan extraño, a los pies de su cama en el cuarto junto a la sala. Y si la vela, gastada, titilaba y se apagaba, chillábamos entonces con el más puro espanto pero al tiempo reíamos muy, muy alto, por ocultar esa pizca de algún gozo extraño. Y cuando mamá nos decía que había que salir a la calle porque algo de la tienda se le había olvidado, cuando nos ordenaba subir al desván a buscar una manta, patatas para la cena o tal vez sólo la plancha, los niños nos rebelábamos, ninguna luz era bastante, pero ella comenzaba a apagarlas aunque la oscuridad nos sorprendiera con un pie a medias en el peldaño, el pánico pugnando por escapar de la garganta…

13 de junio, martes… tarde
... Porque, pasados los años, la abuela se fue dejando un hueco tan grande y eché tanto mal a mis espaldas que ni puedo ni quiero recordar la cuenta de lo acumulado aunque haya llegado por fin la hora de pagarlo, la doctora G. pretende ayudarme a comprender que nunca fui malo, pretende demostrar que mi único propósito al desencadenar tanto daño, fue que la persona a quien quise más que a nadie, regresara.

sábado, 26 de junio de 2010

Ingenuidad

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¡Más alto, más alto!

¡Quisiera alcanzar una estrella

antes de que se apague!


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sábado, 19 de junio de 2010

Dos y dos

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... —¡Despierta! —le dice él con voz demasiado alta—. La película se acaba…
... Ella le mira con los ojos entornados, nublados por el brevísimo sueño; bosteza al tiempo que pregunta, indiferente:
... —¿Qué hora es?
... —Temprano —él se sienta en la orilla de la cama y comienza a desvestirse; tiene ganas de hablar y explica despreocupadamente:— Al final resultó que el marido de Teresa consiguió entradas para el espectáculo del Cirque du Soleil y no tuve valor para retenerla; le encargué que se pusiera muy guapa y disfrutara de la noche… Al rato decidí que incluso yo merecía un descanso y me he escapado…
... —¡Pero qué mentiroso eres...!
... —¿Qué quieres decir?
... —Que precisamente Jorge acaba de salir...
... —¿Es que Jorge te visita cuando yo no estoy?
... —Marco, ¡despierta tú de una vez! ¿No te parece hasta natural? Teresa no se aparta de ti ni dentro ni fuera de la oficina; de ti, que eres mi marido. No es tan tremendo que el suyo me haga compañía a mí.
... Sin más, ella apaga el televisor, apaga la luz, cierra los ojos y, antes de girarse en la cama dándole la espalda a Marco, ya se ha vuelto a dormir.
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Circo du soleil

lunes, 14 de junio de 2010

Paraíso perdido

Paraíso perdido.
Perdido, por buscarte.
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— Rafael Alberti —
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¿Será verdad que pasamos a su lado y torcemos la mirada?
¿Será verdad que dejamos que se nos escape de las manos
para llorar la pérdida de aquello que acaso menospreciamos?
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¿Será verdad que lo perdemos cada vez que buscamos,
por buscar insatisfechos, sin saber conformarnos?
¿Será verdad que baila ante nosotros, nos mira, nos embauca,
nos prueba y luego da la espalda?
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¿Será verdad que estamos condenados a nunca disfrutarlo?
¿Será verdad que pasamos la vida
persiguiendo el paraíso sin jamás alcanzarlo?
¿Será verdad que nunca desistimos en nuestro anhelo de encontrarlo?
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miércoles, 9 de junio de 2010

Malditos roedores

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... ¡Malditos… malditos roedores! ¿Es que ya no recuerdas cuando hacía tanto frío y llovía… cuando el invierno era realmente invierno y anochecía y las farolas se apagaban dejando que las calles permanecieran a oscuras, solitarias, vacías? ¿No recuerdas que papá nos advertía que mantuviéramos las puertas cerradas porque los roedores salían de las alcantarillas y se colaban en los portales e incluso en las casas vecinas? ¿Recuerdas el pasillo de nuestra casa, tan largo y ancho como una avenida? ¿De qué nos servían tales medidas si no nos ponían a salvo de lo maligno cada vez que la prima de mamá exhibía, brazo en alto, la pieza recién conseguida… cuando sacudía al bicho rendido ante nuestras narices, sobre la taza de leche humeante o sobre el plato de comida, cuando venía y me perseguía hasta mi cuarto prolongando mi agonía y yo, histérica y tan niña, pensaba en lo fácil que era odiarla y no quería y temía hacerlo por creerlo un pecado?

... Incluso cuando la requerían los vecinos volvía a casa con la víctima abatida, y yo vuelta a correr para encerrarme en mi cuarto, perdidos los nervios, torturada, llorando. ¡Tantos rezos de rosario mezclados con tanto impulso malsano…! Me estoy poniendo mala con sólo recordarlo, no sé por qué has tenido que regresar a aquel año. Con lo poco que hablas, también hoy podrías haberte quedado callado… Ve, te libero del compromiso de darme charla… Oh, crecimos, sí, crecimos, para gritarle a la prima que se dejara de bromas, que se lavara de una vez y para siempre las manos… ya era bastante. ¿Ríes? Nunca me pareció cosa de risa correr por la casa dando alaridos, perseguida por una loca que, recuérdalo, era quien al final se sentía ofendida.

... Y ahora… Tres cursos de carrera apañándomelas para estudiar a Pavlov con un ojo a medias abierto y el otro cerrado. Impulsos y reflejos, laberintos, pérdidas, ensayo y error, trampas y más enrevesados laberintos… ¡Ojos cerrados a cal y canto! ¿Cómo se supone que podría aprobar la maldita asignatura si no lograba asomarme a los apuntes ni entreabriendo un margen? Cuarto, quinto curso y la asignatura a rastro… ¡Malditos… malditos roedores, que me buscan más desgracias! Me hacen imposible la infancia y aparecen de nuevo decididos a cerrarme el camino. ¿Por qué habré elegido Psicología? En Filosofía o Pedagogía no estudian roedores y en la Escuela de Magisterio, como mucho, los encontrarán por los rincones. Sexta convocatoria… la carrera que peligra. Le cuento al profesor el problema, me confieso en una carta muy sentida que remito al Departamento antes de arrepentirme. En ella le imploro que comprenda esta fobia que me agobia, me ahoga… le suplico que no tire mis años de estudio por la borda.

Juan Genovés - "Mujer huyendo"

domingo, 6 de junio de 2010

Si se olvida el rostro o se olvida la voz

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el recuerdo deviene cataclismo el alma el alma el alma duele la belleza de la rosa roja blanca dos tres nueve doce diecisiete veinticuatro preciosa urna que se pliega se cierra se abre se vuelve en sí misma guardando el terrible secreto muerto a voces

3 de junio de 2010
 In Memoriam

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miércoles, 2 de junio de 2010

Alas






... ¡Oh, cuán lejos podría llegar! ¡Cuántos mundos no se me revelarían… sólo con que me atreviera a volar! —exclamaba el pájaro ante la puerta, abierta, de su jaula.


domingo, 30 de mayo de 2010

La suerte del trébol

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... Después de confirmar un menú cuidadosamente seleccionado para satisfacer gustos y excepciones, todavía dio un último repaso a la interminable lista de invitados que no habían logrado reducir; y fue al reparar en el nombre de unos primos a los que ni siquiera recordaba haber visto alguna vez que a Avel se le ocurrió invitar a Luuca a pasar el fin de semana disfrutando del campo, ver un árbol, alguna flor sin su maceta, pues tanto asfalto, tanto olor y color de ciudad les tenía los sentidos atrofiados. Además, se casarían en un mes y tantas cosas cambiarían…, le dijo para convencerla.

... Eligieron las Fragas del Eume, en la Galicia de los abuelos y demás ancestros y el sábado muy temprano emprendieron camino cual peregrinación solemne. Provistos con una cesta abarrotada de productos de la mejor calidad que incluía una selección de todo menos refrescos y bocatas, evitaron mejor los escrúpulos que la tentación de comer las moras y hongos que por allí crecían salvajes; pero qué gratamente olían las flores, qué embriagadora sentían su fragancia, qué majestuosos se erguían los árboles, longevos y sabios, ¿un roble? ¿un ciprés, quizá? Mira, mira, es mismo el del catálogo… Dejaron atrás el monasterio de Caaveiro, de indiscutible importancia arquitectónica —ellos no tenían intención de ponerlo en duda—, y caminaron de verdad entregados a la tan extraordinaria aventura donde hasta el más pequeño riachuelo semejaba un tortuoso río, cualquier ligero desnivel un barranco que evitar…

... Encontraron finalmente un lugar lo bastante íntimo y acogedor donde extender una manta y disponer el almuerzo; comieron y bebieron con ansia no reprimida y, al cabo, bajo los efectos del Latour y el Merlot oportunamente sustraídos a los regalos de boda ya recibidos, Luuca y Avel se abrazaron y contemplaron el infinito, las nubes, qué lejanas; les producía hasta un plácido vértigo mirarlas. Ella se volvió, indolente, e iba a besar a Avel en los labios cuando justo a unos centímetros de su muy despeinada cabellera descubrió lo que quiso creer era un ejemplar del casi extinto trébol de cuatro hojas. Pues ni él ni ella entendían de estadísticas ni aberraciones genéticas de las plantas, y aun cuando no eran tampoco ni remotamente supersticiosos, no pudieron menos que congratularse por su magnífica fortuna.

... —¡Tienes confirmado el ascenso, seguro! —exclamó Avel, obsequioso y enamorado—. ¡Déjame ver…!
... —Nanay —respondió ella al instante, apartándole las manos con cierta brusquedad para que ni pudiera rozar el preciado talismán.
... —Pero, ¿qué te pasa? ¡No voy a robártelo!
... —¡Anda, como si tú no pretendieras mi puesto…!
... Se revolvieron en la manta en un discordante tira y afloja que desembocó en el irreparable aplastamiento de la codiciada variedad de trifolio. De pronto, Avel parecía enfurecido, Luuca dominada también por una furia agresivamente desatada; y encima comenzaba a llover…

... El lunes a primera hora los compañeros y amigos de Avel y Luuca recibieron un email en el que la pareja les comunicaba la ruptura de su compromiso matrimonial; también les indicaban dónde y cuándo podrían recuperar sus respectivos regalos de boda. Más tarde, e igualmente con un escueto e impersonal correo electrónico, la Empresa anunciaba a sus empleados que los ascensos, promociones y mejoras quedaban aplazados… indefinidamente.

martes, 25 de mayo de 2010

Canción infantil

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Esta niña traviesa
jamás cruza, para jugar,
la acera.
Se queda, de la casa,
a la sombra cierta
que la ampara contra las fieras
que el sol, justo a mediodía, libera.

Salta, salta, salta,
esta niña traviesa,
el cabello en la sombra,
junto a enaguas y volantes;
sólo al sol los zapatitos de baile
que en sueños visten sus pies descalzos
al elevarse de puntillas por el aire.

Esta niña traviesa
conoce la amenaza cierta
que se oculta tras una apariencia bella,
sabe de criaturas fieras que embaucan, hieren
guiadas por celos, amores o rencores ciegos;
testigos de venganza y muertes crueles
entre las páginas de un libro
aguardan que se las despierte.

Salta, brinca, escapa,
linda niña traviesa.
Huye del fragor de la calle
y su diaria batalla;
busca refugio en tu casa.

Simone Lettice - "Niña en un columpio"

lunes, 24 de mayo de 2010

Secretos confesables...


.... Pues hace un rato que estoy dándole vueltas a este premio y a la vez especie de juego para el que Sakkarah ha tenido el detalle de pensar en mí… y es que esto de los “Secretos Confesables” tiene su punto, creo que concretamente siete. A ver, para empezar, mi mayor secreto es precisamente este blog y su contenido.


Otros secretos…

2 – Siempre, siempre, siempre me ha gustado escribir y lo he hecho, pero…

3 – Apenas conservo nada que haya escrito con anterioridad al blog. Lo mío siempre fue escribir y romper (ahora, escribir y tecla de borrado).

4 – Soy noctámbula irrecuperable para el día.

5 – Dependo de la gente a la que aprecio, de libros y música y películas (que se ganan su rinconcito para siempre jamás).

6 – Me he quedado sorda escuchando el Carmina Burana de Orff y el Réquiem de Mozart.

7 - ¡¡¡ Me agobia cocinar !!! Antes me gustaba, cuando lo hacía por vocación, pero ahora que es por obligación familiar y que nadie te agradece tanto esfuerzo… uffffff.


..... Esto de los secretos tiene truco, que una vez que uno empieza se confiesa yo que sé qué… Bueno, de vez en cuando no viene mal mirarse a uno mismo un poquito por dentro. Aquí lo dejo, pues...

(No sin antes escuchar un ratito...)

viernes, 21 de mayo de 2010

Bértalo y Paléne

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... Paléne supo de él y cierto día acudió a escucharlo con más timidez que precaución. ¿Qué daño podía hacerle? Al principio permaneció al margen del grupo de personas que lo rodeaban estrechamente como para atrapar mejor cada palabra y evitar que huyeran de aquel círculo en que lo envolvían a diario. Y es que sus palabras les eran preciosas. Poco a poco fue ganando en admiración y su confianza le permitió integrarse, transformarse en parte de aquella especie de pétrea muralla humana que cercaban a Bértalo y su voz.

... No era raro que recurriera a extrañas lenguas para comunicarse, que utilizara complicadas expresiones cuyo significado Paléne descubría incierto, pero entonces se detenía en el tono de la voz, en los silencios y en sus pausas, y si bien no siempre estaba conforme con la narración, le agradaba escucharle y no dejaba de asistir al encuentro de Bértalo porque, al hacerlo, descubría su propia mente trabajando, el alma despertando al corazón. Y era esto lo que justamente precisaba para mitigar un profundo dolor, para sanar una herida que arrastraba desde las profundidades de una noche lejana, cuando un puñal la atravesó a traición.

... Ocurrió como todo lo inesperado, sin posible explicación. Absorto Bértalo en la solitaria hoguera que ardía a sus pies, comenzó a hablar de magníficos castillos y palacios gratamente iluminados, donde el frío no hallaba hueco en sus estancias, lugares donde uno encontraba compañía agradable y conversación interesante… Y hablaba con cierta expresión extraña, con un rastro de frío en el alma y añoranza en la mirada que Paléne advirtió al instante y que incluso le hizo daño; temió que la incondicionalidad de quienes le escuchaban no le fuera ya bastante y terminara por marcharse, abandonándolos.

... —Pareces hallarte todavía embriagado por el recuerdo de ese lugar —resonó la voz de Paléne, involuntariamente, sin reflexionar en cómo serían recibidas sus palabras, en su implicación—. Aprecias de las arañas su iluminación, de la chimenea el grato calor…

... —También vosotros podéis ir y verlo —respondió Bértalo, a la defensiva.

... —Ni te acuso ni te juzgo, no era esa mi intención —se excusó Paléne rápidamente y quiso explicar su preocupación, el repentino temor:— Eres un mensajero, un contador de historias… el creador de los mundos que nosotros conocemos no por experiencia, sólo por tu voz.

... Pero el hombre que les contaba historias le dirigió una mirada impaciente, apartó a Paléne con brusquedad y se alejó. Al igual que los demás, también la joven lo dejó marchar, entristecida porque acaso aquella noche, no, pero segura de que Bértalo habría de superar su aturdimiento y entender la sencillez de la que ella pretendiera una declaración: podían acceder a los mejores castillos y palacios, disfrutar de sus comodidades y atención; pero realmente no existían castillos y palacios con la suficiente iluminación, ni poseían el calor que cuantos acudían a escuchar a Bértalo hallaban en su voz.

sábado, 15 de mayo de 2010

Pasión

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De tantos mundos que ha creado como refugio de sí misma,
sólo le resta éste, que la hiere y hostiga.

Junto al sol y la luna, las estrellas, la muerte y la vida,
avanza y retrocede como en un baile maldito.

La vida inhóspita, la muerte enemiga.
El sol que se oculta, las estrellas no brillan, la luna que grita.

La vida que huye,
la muerte por y para siempre imbatida.

Nancy Carrigan - "Double dance"

sábado, 8 de mayo de 2010

Ego te absolvo

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... ¡Ciao…!, dijeron sus labios envolviendo la despedida en una sonrisa rouge que yo todavía aguardaba, sonrisa que me confirmó que el malentendido había pasado al olvido y me había perdonado. Se detuvo con gesto grácil y esbelto adquirido a fuerza de constancia, un pie en el bordillo y el otro como suspendido en el aire antes de seguir adelante y dejar de mirarme. No sé qué impulso malsano y salvaje me empujó entonces a pronunciar su nombre, llamándola. La juventud y la vida entera se le escapó en un instante. El tráfico perdió su armónico avance cual si confundiera el paso de baile, y en medio de una creciente confusión la gente corría a rodearla pese a serle inútil la ayuda, de llegarle demasiado tarde. Yacía en el suelo en inverosímil postura, el precioso cabello mojado, de lluvia o con sangre; comprendí que volvía a llover y me alejé en sentido contrario, sorteando expresiones de monótono espanto, sombras informes y espejos transformados en los tan vulgares charcos; es decir, jugando de nuevo a ocultarme… La imagen del muchacho que la aguardaba en cualquier parte tomó mi mente por asalto, le adivinaba impaciente por saber si la habría liberado. ¿No lo deseaban? Abrí mi paraguas. Nadie reconocería a Izarrel en el anonimato de quienes, por el Parrote, se dirigían con prisas hacia el Muelle de las Ánimas.


lunes, 3 de mayo de 2010

Correr tras el viento (Fábula)

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... —Dejaste que se fuera —creyó oír que le decía una voz a su espalda.
... René se giró bruscamente sobre sí mismo; las hojas del temprano otoño ya cubrían el camino que lo condujera al lugar exacto que había venido buscando, desierto a aquellas horas y acaso a cualquier otra. Fue al dejarse caer en un banco próximo, rendido al desánimo, vencido, cuando reparó en la estatua que, ignorando al mundo, permanecía absorta por toda la eternidad en su inmenso silencio, soledad y dolor. El, orgulloso de mantener los pies firmemente arraigados en la tierra, inmune a cualquier clase de ensoñación, miró a la estatua buscando comprensión, tal vez hasta indulgencia.
... —Has malgastado tu vida persiguiendo una fantasía. La has desperdiciado viviendo una ilusión… —oyó que le recriminaba la estatua—. Y las has perdido a las dos, a Mercedes, la mujer que te amó más que a sí misma y a aquella que elegiste amar y nunca te correspondió.
... —¡Pensé que Marina era mi verdadero amor…! —dijo René con sincero convencimiento.
... —Tu vida ha sido un continuo correr tras el viento —sentenció la estatua; y luego añadió:— La arena resbala de entre los dedos, el viento se enreda y entretiene en los cabellos, pero en ellos nunca permanece… Para cada pleamar existe una bajamar, junto a la luz convive la oscuridad… Sin embargo, se va el tiempo para jamás regresar y lo que de él depende, se pierde y también se va.
... —Mercedes no volverá… —asintió René, postrado ahora de rodillas junto a la sepultura de quien tanto lo amara sin reclamos ni imposiciones. Tomando conciencia por primera vez de su equivocada decisión, volvió los ojos a la estatua e inquirió:— ¿Por qué se nos permite correr tras el viento? ¿Por qué nadie nos advierte…?
... —¡Advertir…! —murmuró la estatua con amarga sonrisa—. A un niño se le consiente porque a él pertenece la facultad de soñar. Luego, ya adulto, debe descubrir el momento de parar, debe comprender que el viento viene y se va, a su capricho o voluntad. Correr tras el viento es perseguir un imposible y, desear apresarlo…, ¡simple vanidad!

miércoles, 28 de abril de 2010

Eta Carinae

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... Había llegado el final, el trabajo había sido realizado con éxito, todo estaba recogido, el material técnico, el equipaje en las maletas, en sus cajas; todo había rematado, pero el corazón se le rebelaba. Henrietta deseaba continuar allí, en las islas solitarias e inhóspitas, no marcharse jamás. Mucho habían insistido para convencerla de esta locura, la renuncia al futuro exitoso que le auguraban en cualquier lugar del mundo que ella misma señalara. Sin embargo, para desesperación de sus colegas y amigos, el corazón de Henrietta señalaba las islas.

... Aguardó hasta que el pequeño avión se hubo alejado, desvanecido el eco del motor tras el profundo acantilado, y volvió sobre sus pasos queriendo no pensar en qué habría de decirle cuando se vieran; sin darse cuenta avanzaba con avidez a lo largo del ascendente sendero, como impulsada por el viento.

... —¡Vamos a ver… pues no me aclaro! ¿Cuál era el nombre… —preguntó nada más entrar en la habitación donde habían instalado un modernísimo y potente telescopio—, el de la estrella más lejana, la más brillante, la más antigua…?

... Y cuando vio la determinación con que Etta tomaba asiento a su lado y observaba el cielo inabarcable, cuando vio que fijaba la vista en el mismo punto donde detuvo su propia mirada en el instante en que escuchó el motor del avión alejándose, seguro de haberla perdido, Isaac señaló una de las impresionantes fotografías que cubrían gran parte de las paredes del centro de observación.

... —Eta Carinae emite casi cinco millones de soles… es una estrella de variable luminosidad; en ocasiones hasta desaparece… —logró decir sin que la voz le traicionase—. Pero a mediados del siglo XIX llegó a ser la estrella más brillante después de Sirius…

... —La estrella perrro —intervino Etta, desmintiendo así su fingida desmemoria e ignorancia.

... —Efectivamente —Isaac asintió, sonriente—. Sirius, también llamada “estrella perro” es la más brillante vista desde la tierra…

... La noche cubrió finalmente las islas, y cuando le hizo un gesto casi imperceptible, Etta aproximó a la de él su cabeza, y juntos se asomaron a la indescriptible belleza de las imágenes celestes que Isaac jamás se cansaría de mostrarle.

"Eta Carinae"

viernes, 23 de abril de 2010

Tri

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Uno
Desesperación
... No quedaban libros donde buscar tu rastro. Entonces alguien me ofreció un pequeño volumen negro, ajado, un antiquísimo libro de oración. Me dijo: reza, así quizá lo encuentres.

Dos
Luz y Oscuridad
... No quedaban libros en los que encaramarse. Uno más, imploró, uno más para alcanzar la promesa de las manos que la izarían al otro lado, donde se decía que siempre brillaba el sol.

y Tri
Quid pro quo
... No quedaban libros en vuestra biblioteca, mi señor. Por vuestra hija, que juró que de ellos dependía su vida, robé a vuestros vecinos, declaró el enamorado antes de su ejecución.

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Porque siempre existan los libros, aunque hayan de crecer en los árboles.

¡¡¡ Feliz día del libro !!!

domingo, 18 de abril de 2010

Límpido cielo, anchuroso mar

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... —¿Qué tienen en común el límpido cielo y el anchuroso mar donde aquél halla su reflejo? —preguntó Uz aquella tarde, y al no obtener pronta réplica, o quizá no esperándola, el anciano maestro se encargó él mismo de dar la respuesta, diciendo:— Los corazones libres en ambos vuelan.

... >>Los obtusos y ciegos caen y fracasan sin encontrar nunca el ansia que los libere. No precisan de alfombras mágicas ni de sirenas, en las que no creen, razón por la que jamás hallarán esas alas que a la imaginación eleva y en lo más alto sostiene.

"Cielo y Mar"
Albert Ferrer (Honduras)

lunes, 12 de abril de 2010

La memoria del corazón

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... Cuenta una leyenda que cuando Hakîm y Karîm, dos buenos amigos que viajaban juntos por el desierto comenzaron de repente a discutir, el primero, ofendido, se detuvo y escribió en la arena:

... —Hoy, mi mejor amigo me ha dado una bofetada en el rostro.

... Continuaron luego viaje hasta llegar a un oasis donde decidieron darse un baño en las frescas aguas del manantial. Hakîm perdió pie y, a punto de ahogarse, fue salvado por su amigo. Nada más recuperarse, tomó un estilete y escribió sobre una piedra.

... —Hoy, mi mejor amigo me ha salvado la vida.

... Intrigado, Karîm preguntó:

... —Cuando te sentiste ofendido, escribiste en la arena. ¿Por qué ahora escribes sobre una piedra?

... Y sonriéndole, Hakîm respondió:

... —Cuando nos sentimos ofendidos por un buen amigo, debemos escribir lo ocurrido en la arena para que el viento del olvido y el perdón se encargue de borrar la ofensa. Cuando, por el contrario, un amigo hace por nosotros algo grande, debemos grabarlo en una piedra, la memoria del corazón, donde ningún viento pueda borrarlo jamás.

(Leyenda árabe)

jueves, 8 de abril de 2010

El fracasado

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... Esta vez se proponía ignorar la evidencia de ser un fracasado, de estar ahí, cada día un poco más viejo y cansado… Y es que hacía tanto tiempo que no tenía un triunfo tan fácil y seguro entre las manos que aunque al anciano le regodeaba especialmente la indecisión de este muchacho, a quien la inesperada oferta había dividido interiormente, al fin hubo de apremiarle; de lo contrario perdería la ocasión de completar el número de almas a las que cada día debía atormentar, almas que perdiéndose al rendirse a su juego restarían años al anciano en vez de sumárselos, almas a la deriva que le suponían un progresivo retorno a una juventud lejana.

... —¡Una muerte por una vida, este es el trato! —exclamó con énfasis—. ¿Estás dispuesto? ¿Te sientes capaz de obsequiar a alguien con el don de la vida? Jajaja, claro que sí; lo que no te resulta tan sencillo es decidir a quién castigar arrebatándosela, ¿verdad?

... E iba el muchacho a responder… El triunfo estaba garantizado cuando el anciano se planteó de pronto el verdadero interés de su cometido. ¿Recuperar la juventud para qué, se dijo, cuando soy ya tan viejo y me siento exhausto? Vio claramente en los ojos del muchacho hacía dónde se inclinaba la balanza, pero vio también que no podría vivir con el peso de esta elección… y entonces, el anciano sonrió y se desvaneció en la nada, pensando en el mucho valor de arrastrar la fama de fracasado que se había ganado a lo largo de los años.
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viernes, 2 de abril de 2010

Desolación

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... —Nunca me has amado —recriminó ella, la voz inaudible, agotadas las fuerzas tras el llanto callado—. De haberme amado, me habrías escuchado cuando te rogaba prudencia, que te cuidaras… Pero tú te reías de mis temores con aquella fuerza que no sabíamos dónde la hallabas. ¡Mira pues ahora lo que has conseguido! Me has dejado sola.

Cementerio de Pere la Chais, París
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viernes, 26 de marzo de 2010

La Bella Durmiente se mira en el espejo

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... Se entregó a la voluntad del Espejo y éste tuvo a bien devolverle una imagen grata y complaciente en la que en seguida reconoció su misma juventud, el largo cabello de ébano, encaracolado una y mil veces; sobre la blanca camisa de encaje de Brujas, una túnica de rico terciopelo carmesí, calzados los pies con delicadas chinelas de seda y en el índice de la mano derecha un soberbio anillo símbolo de su dignidad real… En los labios sorprende la princesa el rastro de una sonrisa que denota su natural buen carácter y en los ojos almendrados el brillo de una nada desdeñable inteligencia. Pero todo, todo cuanto de sí misma observa puede echarse a perder, comprende de súbito, esta mañana de mayo, en un estado próximo al despertar.
...
... —¿Por qué duermo, pues, desde hace tanto tiempo que parece haber transcurrido toda una eternidad? —pregunta finalmente al Espejo.
...
... —Porque sigues aguardando a tu príncipe azul —sentencia el Espejo, y añade con un punto de crueldad en la voz:— Y no uno cualquiera, al azar, sino el que crees reconocerás como tuyo. ¡Y así te va…!

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domingo, 21 de marzo de 2010

La barca del día y de la noche

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... Lo llamaban a tomar parte en arcanos ritos y secretas ceremonias, pero él siempre se negó con determinación. Insistían queriendo comprometerlo y no hallaba forma de decir no y declinar lo que se le presentaba como un alto honor.
...
... Pasó mucho tiempo y estando ya todo olvidado en apariencia, repentinamente enfermó; conforme al paso de los días, todos y cada uno de los males y enfermedades reconocidos por la ciencia médica sacudieron su cuerpo hasta dejarlo al borde la demencia, exhausto de dolor.
...
... Cierta mañana abrió los ojos débilmente y en el fondo de su mirada brillaron unas lágrimas de desesperación. Logró erguirse en el lecho hasta posar los febriles ojos en la fotografía de su amada, fallecida meses atrás, y envolviéndola con un inextinguido amor, exclamó:
...
... —¡He tenido tanto miedo! Tanto como te he amado, vida mía, y cuánto me ahoga el temor de tu regreso… tú me entiendes, te pido perdón…
...
... Entonces comenzó a sollozar, al principio entre terribles espasmos que sacudían su cuerpo con dolor renovado, mas poco a poco el llanto comenzó a fluir mansa, suavemente, como las aguas de un manantial provistas del don de arrastrar y conjurar el miedo atroz que lo atenazaba: la perspectiva de un ritual que no deseaba, la perspectiva de que quien regresara en la barca de la noche no fuera la misma mujer que antes partió.

Máscara funeraria de Tutankhamón
Parte posterior; los caracteres en oro corresponden
a un capítulo de "El Libro de los Muertos"

lunes, 15 de marzo de 2010

La extraña delicia de acordarse

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... Aunque le han aconsejado que no se involucre, la muchacha de cabello rubio recogido en forma de coleta saluda a doña Malena con un poco profesional hasta mañana. Se ha quitado la bata y puesto un raído abrigo verde; se aleja por el pasillo, se pierde, se desvanece, pero sus palabras conservan la promesa: Hasta mañana.
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... Tras la ventana cae la nieve. Blancas son las sábanas de laberíntico encaje que recorre con mirada apagada porque los dedos, torpes, no alcanzan a encontrar el inicio del viaje… Doña Malena delibera y juega con los hilos enlazados, propone tratos, ofrece acuerdos… amenaza o se repliega luego rogando una tregua. A veces, adivina, intuye y conforma, o mismo todo lo vence el sueño.
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... Otras veces mira atrás y le ve aquella tarde de diciembre, apoyado a contraluz en el quicio de la puerta de su escuela; la mente se reserva las palabras, las sonrisas, los guiños y confidencias; no le niega la magia y el hechizo, es generosa prestándose al recuerdo de aquellas horas que, con apariencia de infinito, se concentran en dos o acaso tres. Se despedía tan sin querer marchar, ni apartarse ni dejarle, que prefirió olvidar sus propias clases, las necesidades de su alumna, e ignorar que se comportaba de forma irresponsable. Quién sabe si se repetirá, si los dioses querrán regalarle la plenitud de éste en otro instante. Está viviendo unos versos, unas rimas palpitan en su pecho, está hablando el silencio; el cielo, la noche, las estrellas llenan sus besos. Juntos hacen realidad aquello que jamás tocó, aquello que existía sólo en su cielo, en el de él, tan lejano e incierto. Incluso cuando él la invoca, acude la nieve a crear un paisaje blanco en torno a ellos, ya ausentes en su eterno sueño...
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... Así fue la tarde más bella. La única que su mente conserva.

domingo, 7 de marzo de 2010

Castigo, condena, pena


... Tanto tiempo caminando, arrastrando los pies por la hiriente arena del desierto que finalmente tomó conciencia del castigo y la condena: sus plantas estaban por siempre encadenadas a las brasas del infierno.
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... Pero el pecado… no recordaba cuál fuera el pecado que motivara tan implacable pena.

viernes, 19 de febrero de 2010

Moraleja


.... Como temían que no funcionara lo del boca a boca, decidieron instalar unos potentes altavoces en la confluencia de las calles más importantes de las ciudades y pueblos de la provincia. No importaba comprometer con ello el presupuesto, no cabía detenerse a medir gastos, el caso era que la bola no creciese, que no se hiciese tan grande que terminara por explotarles en plena cara. De modo que el mensaje que se repetía en todas partes insistía en no hacer caso, en ignorar el aviso, la injustificada amenaza. Traducido, venía a decir a voz en grito: “No sean estúpidos, los dragones no existen”.

.... De modo que cuando la pequeña familia de dragones supuestamente escapada de un circo asomó por la avenida principal de la mismísima capital de provincia, corporación y ciudadanía los miraron sorprendidos preguntándose si el portento no ocultaría alguna especie de alegoría. Y algo debía de haber, sí, porque cuando se detuvieron, muertos de sed, agotados, encantados de encontrarse por fin entre gente que en lugar de correr a ocultarse les recibía, los dragones abrieron la boca y suspiraron levemente, agradecidos; mas ocurrió que al hacerlo así exhalaron unas chispitas que en seguida prendieron y fueron creciendo… Y antes de darse cuenta, la ciudad aquella tan bonita y receptiva ardía sin remedio, se consumía.

.... Y fue entonces cuando se hizo popular ese refrán que advierte: “Cuando la bola crece, fuego lleva. Si te alcanza, te quemas”.

.... En fin.

miércoles, 17 de febrero de 2010

La madre (II)

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Sabia de un árbol torturado que merece ya descanso;
fuerza donde la existencia gravita, sosegada,
aun cuando se empeñe el destino en truncar sus ramas;
lugar donde las raíces más profundamente arraigan.
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Ya herida por un rayo, el pecho atravesado de parte a parte,
cual madera noble pese a todo carcomida por el paso de los años,
no se doblega, resiste la madre —es origen, es árbol—
los embates de esa vida que, inclemente, pretende derribarla.
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jueves, 28 de enero de 2010

Hagamos un trato

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¿Recuerdas cuánto nos gustaba hablar, que peleábamos por hacernos un hueco e incluso temíamos rompernos los dedos, todos los huesos? Hagamos un trato, dijiste. Tú dibujarías en el aire las palabras, los sentimientos. Al anochecer, en la oscuridad, yo escribiría en tu cuerpo. Trazaría letras en tu espalda como si compusiera un verso, como si leyera para ti un poema de Cernuda, Borges o Benedetti, palabras-estrellas que no toqué allá en tu cielo y que tú me enseñas con la infinita paciencia de quien ignora las prisas, de quien, eligiendo la vida, hace de ella un viaje con destino incierto.

Desde entonces, cada vez que tus manos se abren al sonido de la risa, el llanto, la tristeza o la alegría y derrochan su magia envolviendo las mías, se me corta el aliento y sólo alcanzo a mirarte en silencio, muda la voz, detenido el tiempo. Esas manos que escribieron para que todos lo supieran un sincero te quiero, un te quiero que vuela ya en el viento junto a mi respuesta. Es cuando tus manos se lanzan así a volar que comprendo con cuánta facilidad alcanzas el cielo… y no tengo miedo; te sigo, no me pierdo. Lejos de ti es cuando descubro el vértigo.

A veces nos mira la gente en la calle con gesto indiscreto. No te molesta; te divierte su curiosidad, te divierte poder dialogar ante ellos de nuestros secretos, seguro de que muy pocos alcanzarán a entendernos. Los niños, sí, nos miran y en seguida advierten esa forma en que has elegido quererme… ¡Qué pronto nos comprenden! Sin abusar de palabras o gestos superfluos, qué natural es para ellos comunicarse incluso en silencio.

Yo también al fin lo comprendo: decirte amor con las manos es un privilegio.


Evelina Oliveira - "E o resto é silêncio"
("Y lo demás es silencio")

lunes, 25 de enero de 2010

La eterna sombra larga (*)

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Sabed,
sabed que hasta tal día como hoy, hace dos años,
en esta tierra de incesante lluvia, de niebla inescrutable,
brilló, no obstante, resplandeciente el sol.
...
De pronto el cielo oscureció, cayó la noche,
y la vida como era, feneció.
...

In Memoriam
25 Enero 2010


(*) Con permiso de Luis Cernuda...