viernes, 26 de marzo de 2010

La Bella Durmiente se mira en el espejo

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... Se entregó a la voluntad del Espejo y éste tuvo a bien devolverle una imagen grata y complaciente en la que en seguida reconoció su misma juventud, el largo cabello de ébano, encaracolado una y mil veces; sobre la blanca camisa de encaje de Brujas, una túnica de rico terciopelo carmesí, calzados los pies con delicadas chinelas de seda y en el índice de la mano derecha un soberbio anillo símbolo de su dignidad real… En los labios sorprende la princesa el rastro de una sonrisa que denota su natural buen carácter y en los ojos almendrados el brillo de una nada desdeñable inteligencia. Pero todo, todo cuanto de sí misma observa puede echarse a perder, comprende de súbito, esta mañana de mayo, en un estado próximo al despertar.
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... —¿Por qué duermo, pues, desde hace tanto tiempo que parece haber transcurrido toda una eternidad? —pregunta finalmente al Espejo.
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... —Porque sigues aguardando a tu príncipe azul —sentencia el Espejo, y añade con un punto de crueldad en la voz:— Y no uno cualquiera, al azar, sino el que crees reconocerás como tuyo. ¡Y así te va…!

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domingo, 21 de marzo de 2010

La barca del día y de la noche

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... Lo llamaban a tomar parte en arcanos ritos y secretas ceremonias, pero él siempre se negó con determinación. Insistían queriendo comprometerlo y no hallaba forma de decir no y declinar lo que se le presentaba como un alto honor.
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... Pasó mucho tiempo y estando ya todo olvidado en apariencia, repentinamente enfermó; conforme al paso de los días, todos y cada uno de los males y enfermedades reconocidos por la ciencia médica sacudieron su cuerpo hasta dejarlo al borde la demencia, exhausto de dolor.
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... Cierta mañana abrió los ojos débilmente y en el fondo de su mirada brillaron unas lágrimas de desesperación. Logró erguirse en el lecho hasta posar los febriles ojos en la fotografía de su amada, fallecida meses atrás, y envolviéndola con un inextinguido amor, exclamó:
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... —¡He tenido tanto miedo! Tanto como te he amado, vida mía, y cuánto me ahoga el temor de tu regreso… tú me entiendes, te pido perdón…
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... Entonces comenzó a sollozar, al principio entre terribles espasmos que sacudían su cuerpo con dolor renovado, mas poco a poco el llanto comenzó a fluir mansa, suavemente, como las aguas de un manantial provistas del don de arrastrar y conjurar el miedo atroz que lo atenazaba: la perspectiva de un ritual que no deseaba, la perspectiva de que quien regresara en la barca de la noche no fuera la misma mujer que antes partió.

Máscara funeraria de Tutankhamón
Parte posterior; los caracteres en oro corresponden
a un capítulo de "El Libro de los Muertos"

lunes, 15 de marzo de 2010

La extraña delicia de acordarse

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... Aunque le han aconsejado que no se involucre, la muchacha de cabello rubio recogido en forma de coleta saluda a doña Malena con un poco profesional hasta mañana. Se ha quitado la bata y puesto un raído abrigo verde; se aleja por el pasillo, se pierde, se desvanece, pero sus palabras conservan la promesa: Hasta mañana.
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... Tras la ventana cae la nieve. Blancas son las sábanas de laberíntico encaje que recorre con mirada apagada porque los dedos, torpes, no alcanzan a encontrar el inicio del viaje… Doña Malena delibera y juega con los hilos enlazados, propone tratos, ofrece acuerdos… amenaza o se repliega luego rogando una tregua. A veces, adivina, intuye y conforma, o mismo todo lo vence el sueño.
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... Otras veces mira atrás y le ve aquella tarde de diciembre, apoyado a contraluz en el quicio de la puerta de su escuela; la mente se reserva las palabras, las sonrisas, los guiños y confidencias; no le niega la magia y el hechizo, es generosa prestándose al recuerdo de aquellas horas que, con apariencia de infinito, se concentran en dos o acaso tres. Se despedía tan sin querer marchar, ni apartarse ni dejarle, que prefirió olvidar sus propias clases, las necesidades de su alumna, e ignorar que se comportaba de forma irresponsable. Quién sabe si se repetirá, si los dioses querrán regalarle la plenitud de éste en otro instante. Está viviendo unos versos, unas rimas palpitan en su pecho, está hablando el silencio; el cielo, la noche, las estrellas llenan sus besos. Juntos hacen realidad aquello que jamás tocó, aquello que existía sólo en su cielo, en el de él, tan lejano e incierto. Incluso cuando él la invoca, acude la nieve a crear un paisaje blanco en torno a ellos, ya ausentes en su eterno sueño...
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... Así fue la tarde más bella. La única que su mente conserva.

domingo, 7 de marzo de 2010

Castigo, condena, pena


... Tanto tiempo caminando, arrastrando los pies por la hiriente arena del desierto que finalmente tomó conciencia del castigo y la condena: sus plantas estaban por siempre encadenadas a las brasas del infierno.
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... Pero el pecado… no recordaba cuál fuera el pecado que motivara tan implacable pena.