miércoles, 28 de abril de 2010

Eta Carinae

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... Había llegado el final, el trabajo había sido realizado con éxito, todo estaba recogido, el material técnico, el equipaje en las maletas, en sus cajas; todo había rematado, pero el corazón se le rebelaba. Henrietta deseaba continuar allí, en las islas solitarias e inhóspitas, no marcharse jamás. Mucho habían insistido para convencerla de esta locura, la renuncia al futuro exitoso que le auguraban en cualquier lugar del mundo que ella misma señalara. Sin embargo, para desesperación de sus colegas y amigos, el corazón de Henrietta señalaba las islas.

... Aguardó hasta que el pequeño avión se hubo alejado, desvanecido el eco del motor tras el profundo acantilado, y volvió sobre sus pasos queriendo no pensar en qué habría de decirle cuando se vieran; sin darse cuenta avanzaba con avidez a lo largo del ascendente sendero, como impulsada por el viento.

... —¡Vamos a ver… pues no me aclaro! ¿Cuál era el nombre… —preguntó nada más entrar en la habitación donde habían instalado un modernísimo y potente telescopio—, el de la estrella más lejana, la más brillante, la más antigua…?

... Y cuando vio la determinación con que Etta tomaba asiento a su lado y observaba el cielo inabarcable, cuando vio que fijaba la vista en el mismo punto donde detuvo su propia mirada en el instante en que escuchó el motor del avión alejándose, seguro de haberla perdido, Isaac señaló una de las impresionantes fotografías que cubrían gran parte de las paredes del centro de observación.

... —Eta Carinae emite casi cinco millones de soles… es una estrella de variable luminosidad; en ocasiones hasta desaparece… —logró decir sin que la voz le traicionase—. Pero a mediados del siglo XIX llegó a ser la estrella más brillante después de Sirius…

... —La estrella perrro —intervino Etta, desmintiendo así su fingida desmemoria e ignorancia.

... —Efectivamente —Isaac asintió, sonriente—. Sirius, también llamada “estrella perro” es la más brillante vista desde la tierra…

... La noche cubrió finalmente las islas, y cuando le hizo un gesto casi imperceptible, Etta aproximó a la de él su cabeza, y juntos se asomaron a la indescriptible belleza de las imágenes celestes que Isaac jamás se cansaría de mostrarle.

"Eta Carinae"

viernes, 23 de abril de 2010

Tri

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Uno
Desesperación
... No quedaban libros donde buscar tu rastro. Entonces alguien me ofreció un pequeño volumen negro, ajado, un antiquísimo libro de oración. Me dijo: reza, así quizá lo encuentres.

Dos
Luz y Oscuridad
... No quedaban libros en los que encaramarse. Uno más, imploró, uno más para alcanzar la promesa de las manos que la izarían al otro lado, donde se decía que siempre brillaba el sol.

y Tri
Quid pro quo
... No quedaban libros en vuestra biblioteca, mi señor. Por vuestra hija, que juró que de ellos dependía su vida, robé a vuestros vecinos, declaró el enamorado antes de su ejecución.

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Porque siempre existan los libros, aunque hayan de crecer en los árboles.

¡¡¡ Feliz día del libro !!!

domingo, 18 de abril de 2010

Límpido cielo, anchuroso mar

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... —¿Qué tienen en común el límpido cielo y el anchuroso mar donde aquél halla su reflejo? —preguntó Uz aquella tarde, y al no obtener pronta réplica, o quizá no esperándola, el anciano maestro se encargó él mismo de dar la respuesta, diciendo:— Los corazones libres en ambos vuelan.

... >>Los obtusos y ciegos caen y fracasan sin encontrar nunca el ansia que los libere. No precisan de alfombras mágicas ni de sirenas, en las que no creen, razón por la que jamás hallarán esas alas que a la imaginación eleva y en lo más alto sostiene.

"Cielo y Mar"
Albert Ferrer (Honduras)

lunes, 12 de abril de 2010

La memoria del corazón

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... Cuenta una leyenda que cuando Hakîm y Karîm, dos buenos amigos que viajaban juntos por el desierto comenzaron de repente a discutir, el primero, ofendido, se detuvo y escribió en la arena:

... —Hoy, mi mejor amigo me ha dado una bofetada en el rostro.

... Continuaron luego viaje hasta llegar a un oasis donde decidieron darse un baño en las frescas aguas del manantial. Hakîm perdió pie y, a punto de ahogarse, fue salvado por su amigo. Nada más recuperarse, tomó un estilete y escribió sobre una piedra.

... —Hoy, mi mejor amigo me ha salvado la vida.

... Intrigado, Karîm preguntó:

... —Cuando te sentiste ofendido, escribiste en la arena. ¿Por qué ahora escribes sobre una piedra?

... Y sonriéndole, Hakîm respondió:

... —Cuando nos sentimos ofendidos por un buen amigo, debemos escribir lo ocurrido en la arena para que el viento del olvido y el perdón se encargue de borrar la ofensa. Cuando, por el contrario, un amigo hace por nosotros algo grande, debemos grabarlo en una piedra, la memoria del corazón, donde ningún viento pueda borrarlo jamás.

(Leyenda árabe)

jueves, 8 de abril de 2010

El fracasado

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... Esta vez se proponía ignorar la evidencia de ser un fracasado, de estar ahí, cada día un poco más viejo y cansado… Y es que hacía tanto tiempo que no tenía un triunfo tan fácil y seguro entre las manos que aunque al anciano le regodeaba especialmente la indecisión de este muchacho, a quien la inesperada oferta había dividido interiormente, al fin hubo de apremiarle; de lo contrario perdería la ocasión de completar el número de almas a las que cada día debía atormentar, almas que perdiéndose al rendirse a su juego restarían años al anciano en vez de sumárselos, almas a la deriva que le suponían un progresivo retorno a una juventud lejana.

... —¡Una muerte por una vida, este es el trato! —exclamó con énfasis—. ¿Estás dispuesto? ¿Te sientes capaz de obsequiar a alguien con el don de la vida? Jajaja, claro que sí; lo que no te resulta tan sencillo es decidir a quién castigar arrebatándosela, ¿verdad?

... E iba el muchacho a responder… El triunfo estaba garantizado cuando el anciano se planteó de pronto el verdadero interés de su cometido. ¿Recuperar la juventud para qué, se dijo, cuando soy ya tan viejo y me siento exhausto? Vio claramente en los ojos del muchacho hacía dónde se inclinaba la balanza, pero vio también que no podría vivir con el peso de esta elección… y entonces, el anciano sonrió y se desvaneció en la nada, pensando en el mucho valor de arrastrar la fama de fracasado que se había ganado a lo largo de los años.
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viernes, 2 de abril de 2010

Desolación

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... —Nunca me has amado —recriminó ella, la voz inaudible, agotadas las fuerzas tras el llanto callado—. De haberme amado, me habrías escuchado cuando te rogaba prudencia, que te cuidaras… Pero tú te reías de mis temores con aquella fuerza que no sabíamos dónde la hallabas. ¡Mira pues ahora lo que has conseguido! Me has dejado sola.

Cementerio de Pere la Chais, París
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