miércoles, 15 de julio de 2009

Que llueva

—Pero, a ver, ¿todavía no has sacudido el mantel? —urgió la anciana a la niña encaramada a la ventana más alta de la casa.
—¡Las flores se caerán! —protestó la niña con el mantel hecho un lío entre sus brazos apretados contra el pecho.
—Oh, cariño… ¡si de eso se trata precisamente!
La anciana tiró suavemente de una esquina del mantel, que se abrió sin resistencia, y lo echó a volar a través de la ventana. Flores, pétalos, espigas, hojas y semillas, bella y pulcramente bordadas en aquella tela más delicada que la más preciada seda de Oriente comenzaron a desprenderse, se deslizaron libremente hasta alcanzar y cubrir las calles de la ciudad como fina lluvia de oro, de plata, de flores de todos los colores, a modo de alfombra preciosa.
—Vete al parque a jugar mientras llueve —dijo la anciana a la niña rozando suavemente sus mejillas con la punta de los dedos—. Cuando regreses te enseñaré a tejer flores, a sentirlas tuyas, parte de tu ser… Y te enseñaré luego cómo sentir la magia de desprenderte de ellas, de ofrecerlas entregándote a ti misma a quien atraviese la eternidad de la desesperanza, del dolor sin medida, la imprecisa tristeza o la íntima soledad… Pero te mostraré también la magia más benigna, más grata y benevolente, la de acompañar a alguien en ese fugaz instante que uno siente como de mayor dicha y felicidad…
—¡Abuela…!
—Schhh… será nuestro secreto —la interrumpió—. ¡Ahora vete a jugar!

8 comentarios:

núria dijo...

Las abuelas siempre han sido mágicas.

Wara dijo...

Es verdad, las envuelve una especie de aureola especial, son como un puerto seguro al que volverse. Ojalá que siempre sea así.

Carmen Neke dijo...

Cómo me hubiera gustado tener una abuela así... Pero a cambio tuve una abuela con biblioteca, y también estuvieron muy bien aquellas visitas a su casa. Hasta las bibliotecas son mejores en casa de las abuelas.

Wara dijo...

Ay, Neke, pues no estoy segura de si fue Tagore quien dijo que un libro es como tener un jardín en el bolsillo, de modo que no te ha ido mal. Me alegro.

Almudena dijo...

Tu historia me ha recordado a un mantel que hicimos todas las nietas con mi abuela. Cada una cosió un refrán y todos con hilo de distinto color.

Tu mantel es igual de bonito. Gracias a tu historia, Wara, hoy me voy a dormir con una sonrisa.

Besucos.

Wara dijo...

Recuerdo haber leído de la costumbre de hacer manteles, tapetes o mantas con trozos de telas que fueron de algún modo importantes en la familia, de un traje de novia, de uno utilizado en un bautizo... Mi tía, que fue como mi abuela, hizo infinidad de preciosos cubrecamas con lanas de nuestros jerseys. Costumbres preciosas que vamos perdiendo.

Besos, Anjanuca. Sonríe.

Calle Quimera dijo...

Las flores volaron y se esparcieron por el aire como tu imaginación y tu sensibilidad...

La anciana tenía mucha razón: tan importante como estar con los demás en los malos momentos es saberlo estar de verdad en los buenos. Eso se nos suele olvidar..

Besos.

Wara dijo...

Sí que es cierto, Quimera, se nos olvidan estas cosas y en ocasiones hasta parece como si nos avergonzaran por considerarlas propias de otro tiempo, algo anticuado y cursi... con lo precioso que es un amigo, el saber serlo y saber guardarlo.

Besos.