viernes, 21 de mayo de 2010

Bértalo y Paléne

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... Paléne supo de él y cierto día acudió a escucharlo con más timidez que precaución. ¿Qué daño podía hacerle? Al principio permaneció al margen del grupo de personas que lo rodeaban estrechamente como para atrapar mejor cada palabra y evitar que huyeran de aquel círculo en que lo envolvían a diario. Y es que sus palabras les eran preciosas. Poco a poco fue ganando en admiración y su confianza le permitió integrarse, transformarse en parte de aquella especie de pétrea muralla humana que cercaban a Bértalo y su voz.

... No era raro que recurriera a extrañas lenguas para comunicarse, que utilizara complicadas expresiones cuyo significado Paléne descubría incierto, pero entonces se detenía en el tono de la voz, en los silencios y en sus pausas, y si bien no siempre estaba conforme con la narración, le agradaba escucharle y no dejaba de asistir al encuentro de Bértalo porque, al hacerlo, descubría su propia mente trabajando, el alma despertando al corazón. Y era esto lo que justamente precisaba para mitigar un profundo dolor, para sanar una herida que arrastraba desde las profundidades de una noche lejana, cuando un puñal la atravesó a traición.

... Ocurrió como todo lo inesperado, sin posible explicación. Absorto Bértalo en la solitaria hoguera que ardía a sus pies, comenzó a hablar de magníficos castillos y palacios gratamente iluminados, donde el frío no hallaba hueco en sus estancias, lugares donde uno encontraba compañía agradable y conversación interesante… Y hablaba con cierta expresión extraña, con un rastro de frío en el alma y añoranza en la mirada que Paléne advirtió al instante y que incluso le hizo daño; temió que la incondicionalidad de quienes le escuchaban no le fuera ya bastante y terminara por marcharse, abandonándolos.

... —Pareces hallarte todavía embriagado por el recuerdo de ese lugar —resonó la voz de Paléne, involuntariamente, sin reflexionar en cómo serían recibidas sus palabras, en su implicación—. Aprecias de las arañas su iluminación, de la chimenea el grato calor…

... —También vosotros podéis ir y verlo —respondió Bértalo, a la defensiva.

... —Ni te acuso ni te juzgo, no era esa mi intención —se excusó Paléne rápidamente y quiso explicar su preocupación, el repentino temor:— Eres un mensajero, un contador de historias… el creador de los mundos que nosotros conocemos no por experiencia, sólo por tu voz.

... Pero el hombre que les contaba historias le dirigió una mirada impaciente, apartó a Paléne con brusquedad y se alejó. Al igual que los demás, también la joven lo dejó marchar, entristecida porque acaso aquella noche, no, pero segura de que Bértalo habría de superar su aturdimiento y entender la sencillez de la que ella pretendiera una declaración: podían acceder a los mejores castillos y palacios, disfrutar de sus comodidades y atención; pero realmente no existían castillos y palacios con la suficiente iluminación, ni poseían el calor que cuantos acudían a escuchar a Bértalo hallaban en su voz.

8 comentarios:

Dejame que te cuente dijo...

interesante relato que llega ami precisamente hoy...que tambien leia algo sobre un idoma extraño llamado mapudungu...

siempre un placer leerte...
saludos...¡¡¡

Wara dijo...

Gracias, Fire, el placer es reciproco (eso del mapudungo parece más un trabalenguas; hablarlo debe de ser tremendo...)

Feliz fin de semana, besos.

tests dijo...

Estoy intrigado... ¿lo harás continuar? :-). Me gusta la historia del contador de historias, será porque creo que la mayoría de las personas tenemos vidas más o menos aburridas (al menos yo sí) y nos gusta leer otras realidades nacidas de la imaginación o de otras vidas más interesantes. Es por esto que comprendo muy bien a Bértalo y que también entiendo a Paléne... si no fuese por una Paléne en nuestras vidas, hace tiempo que la Humanidad se hubiese terminado :-).

Gracias por estar ahí, bonita :-)
Besines,
Maverick
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Wara dijo...

Hola, Maverick, pues no sé si continuará o no, que ya sabes que algunas historias siguen o se detienen independientemente de la voluntad de quien las escribe, jaja.

Sí, yo también creo que a todos nos gusta que nos cuenten historias, es más, precisamos de ellas porque es una forma de ampliar nuestro mundo. Lo que ocurre es que a veces quien las cuenta decide buscar otros horizontes, y simplemente nos sentimos como huérfanos.

Gracias a ti, Maverick. Besos.

Ricardo Miñana dijo...

Genial e interesante el relato Wara
es un placer pasar por tu bonito blog, un gusto leerte.
que tengas una feliz semana.

Wara dijo...

Gracias, Ricardo, por pasar y dejar tan agradables impresiones.

Feliz semana, que además parece que llega el verano.

Adelina dijo...

Me ha gustado tu relato...En las historias de otra persona podemos aprender, nos ayudan a comprender mejor la nuestra.

Un beso, tienes un premio en mi blog.

Wara dijo...

Tienes razón, Sakkarah, siempre se aprende de los errores o aciertos de otras personas, aunque no siempre queramos reconocerlo.

Ah, gracias, voy a ver...