miércoles, 20 de mayo de 2009

Olvidó que era su sino

Olvidó que era su sino. Lo olvidó. Se despertó sin que nada presagiara lo que a mediodía se le vendría encima. A esa hora, era tal el sentimiento de extrañeza, de no ser ella, o de serlo realmente, quién sabe, que no logró reconocerse a sí misma en sus gestos, actitud y sentimientos. De tal modo que sencillamente pensó que era mejor morir. Lloró largamente, en silencio, porque tenía que hacerlo. Porque había olvidado cómo era aquello de sentirse ignorada, olvidada y sola. Porque se había forjado una esperanza, una loca ilusión; y no tenía derecho. Lloró porque la vida no perdona. Salió a la calle, donde las nubes y un sol radiante creaban sombras a su alrededor… Y conforme avanzaba, arrastrando los pasos uno tras otro, recordó que sonó el despertador, por dos veces lo apagó. Entonces se preguntó si realmente había despertado o acaso no.

Tamara de Lempicka
"La dormeuse"

6 comentarios:

Malena dijo...

Hola Wara. En los sueños vemos muchas veces lo que queremos ver e incluso lo que tememos que se realice.

Hay mucho dolor en ese sueño, mucha realidad disfrazada. Espero de corazón que fuera una pesadilla y la realidad no tenga nada que ver con ese sueño.

Deseo que al abrir los ojos y ver la realidad, estirara sus brazos desentumeciéndose y sonriera.

Un beso muy grande.

P.D/ ME encantan tus escritos.

Anónimo dijo...

Y se dijo que sí, que sí, que era un sueño. Y volvió a sonreír. Y miró a los ojos de la gente sin miedo. Y volvió a casa, a comprobar que aún estaba ella ahí, dormida, y quedaba sólo un minuto para que sonara el despertador.
Pero cuando llegó se cruzó otra vez con la vida, que seguía sin perdonar.

Un beso, querida Wara.

Carmen Neke dijo...

Igual que de los sueños te despiertas en la realidad, de la realidad también te puedes despertar en los sueños. Que no te falten ni los unos ni la otra, Wara.

Wara dijo...

Malena, los sueños son quizá como el mundo más misterioso, más inexplicable, por más interpretaciones que se hagan de sus símbolos porque, en definitiva, el sueño pertenece únicamente a quien lo sueña, que normalmente es quién menos se lo explica. Llevo unos días dándole vueltas a la idea “del otro”, ese que es testigo de lo que paralelamente le ocurre a sí mismo aunque como si fuera otro; intentaba recordar en cuántas historias es argumento y mira… que a veces en vez de contar corderos, pues intento memorizar estas cosas mientras no duermo. Y pasa lo que pasa…

Fusa, que buena idea lo de regresar y mirarse dormida, y ver el despertador y… ¡ay, que no se me ocurrió, qué lástima! Pero sí, es un sueño, tiene que serlo, que los sueños todo lo pueden.

Neke, si faltaran despertares, seguro que no apreciaríamos los sueños. Y viceversa. Hay que tener lo uno para valorar lo otro, es verdad.

Gracias y besos a las tres.

Malena dijo...

Pues me encanta el que en vez de contar ovejitas pienses de esa otra forma pues los beneficiados somos los que te leemos.

Un beso.

Wara dijo...

Jajaja, sí, eso es lo positivo. Gracias, Malena. Besos.