viernes, 13 de marzo de 2009

Pienso en verde

La exitosa campaña recientemente lanzada por la competencia había logrado robarle el sueño. A decir verdad, el mérito no era tanto de dicha campaña como de su propio director creativo, que le presionaba hasta alcanzar una violenta forma de acoso instándolo a presentar un proyecto —especialmente optimista y vital, había recalcado— con el que abatir el arrogante triunfo que por inesperado había sorprendido incluso a los mismos directivos del más acervo enemigo de la empresa. La muda pregunta de por qué no se le habían ocurrido a él aquellas tres simples palabras permanecía en el aire, cual amenazadora espada de Damocles.

De modo que Lucas no tenía sueño por las noches ni modo de encontrarlo. En vano se mantenía vigilante a cualquiera de las señales por las que reconocía que el proceso creativo se había iniciado, pero ni de noche ni de día surgía idea alguna. Las musas o lo que fuera con quien hasta entonces había dialogado, lo habían abandonado definitivamente. Siempre había sentido pánico a este momento, al justo instante en que tomaría conciencia de que su imaginación había vertido la última de sus venturosas ideas antes de vaciarse como se vacía un reloj de arena al que no es posible dar la vuelta para que de nuevo realice el cometido para el que fue diseñado. Lucas temía este instante tanto como ese otro en que los recuerdos dejarían de agolparse a las puertas de su mente para dispersarse y desaparecer entre pliegues y recovecos de su maltrecha memoria. Quizá podría haberse preparado, quizá debería haber tendido un hilo que le ayudara a despejar las incógnitas cada día más numerosas y desenredar la creciente confusión, un hilo como el que Ariadna ofreció a Teseo para que se orientara y saliera del terrible laberinto proclamando su triunfo.

No lo había hecho. Lucas no lo creyó necesario entonces, no lo sintió urgente. Pero al más activo, al más brillante, al creador de todas las ideas nuevas y revolucionarias le había llegado el ocaso. Lo supo aquella tarde tras el vergonzoso incidente.

—Bésame —oyó que le decía la dueña de los ojos verdes más hermosos que jamás había tenido ocasión de contemplar. Y sin dudarlo siquiera, obedeció. Pasó un buen rato sin que nada ocurriera, y de verdad que nada podría escapársele, tan atenta y concentrada era su actitud, tan perdida su mirada en los ojos de verde mirar.

—¿Qué esperas? —oyó entonces que preguntaba ella. Y antes de que pudiera responderle, añadió con cierto hastío—: Soy una simple rana. ¿No creerás acaso en los cuentos de hadas?

Tales palabras, prólogo a un súbito ataque de histérica risa lograron que se rompiera el hechizo. Los colegas de Lucas, sentados en torno a la mesa ovalada, miraban al viejo maestro con embarazo; él se sintió súbitamente avergonzado por el absurdo arrebato, por la locura fácilmente explicable. Simple asociación de ideas, podría haber dicho, o aducir cansancio, pero se puso en pie deshecho en torpes y confusas disculpas. No había forma de convertir la escena en algo jubiloso, en broma, en chiste, en delirante gracia. Fue así que decidió ir al médico aquella misma tarde, antes de que la razón lo privara de conciencia y lo sumiera para siempre en un permanente estado de sombras a modo de tenebroso bosque enmarañado.

Bosque de las mercedes - Tenerife

4 comentarios:

Gabriel Ramírez dijo...

Un buen día acabaremos por ser la misma cosa.
Libres somos.
Frecuentamos el dolor porque queremos,
como pudiéramos frecuentar el parque.
Hablamos de mutuas soledades,
hablamos de aventuras que tuvimos,
de que todo está lejos,
de que es difícil.
Y nunca hablamos de esto maravilloso que nos va
convirtiendo en ranas.

Gloria Fuertes

Wara dijo...

Nos parece siempre que todo está demasiado lejano hasta que de repente ha llegado el momento, como pensamos que algo no puede pasarnos a nosotros hasta el momento en que ocurre. Y nunca estamos preparados.

Reconozco haber leído muy poquito a Gloria Fuertes. Gracias.

Valdemir Reis dijo...

Hola! Estoy visitando ustedes, felicitaciones, tu blog es encantador, armónico y hermoso, lleno de creatividad, excelente! Me siento honrado y feliz. Somos felices cuando contribuyen a la felicidad de nuestros conciudadanos. Dejar un abrazo fraterno y justo. Todo lo mejor, junto con una gran y feliz fin de semana. Siempre encontrarnos aquí ... Quedo a la espera de su visita. Felicidades, el brillo, mucho la paz y la protección.

Valdemir Reis

Wara dijo...

Muchas gracias por tu visita y por tus preciosas palabras y buenos deseos, que desde luego son recíprocos.

¿Valdemir Reis? Ay, que acabo de recordar que tengo pendiente la lectura del Ricardo Reis de Saramago...

Hasta pronto.