martes, 3 de marzo de 2009

Escritura automática

¿Hay alguien ahí?

Me miro y me odio a mí misma porque no quiero ser así, no quiero dudar, ni desconfiar ni prejuzgar o despreciar. Mi corazón se rebela, lo juro, mi mente intenta aplacarse sin éxito, busca una calma que se le niega, mendiga una apariencia de sosiego soñado alguna vez. Mi corazón atormentado se duele, mi alma se abandona, herida, y el pensamiento y la conciencia les dan la razón. Las lágrimas acuden a mis ojos y se desbordan y someten, y entonces yo dejo que entre todos hagan de mi lo que quieran, este torbellino de locura, de demencia, esta maraña de sentimientos, sensaciones y pasiones que no sé a dónde me conducen, no sé de dónde surgen ni por qué nacen, sólo sé que no me dejan ser yo, no me dejan crecer, no me dejan avanzar, me limitan, me impiden, me frenan.

Me desconozco en mí, me soy extraña a mí misma. No encuentro un resquicio de aquello que fui, de aquello en lo que creí me iba a convertir. No me descubro en parte alguna de mi ser, en el corazón que pretendía abierto manteniéndolo aparte, en el alma, que pretendía conservar siempre íntegra. No sé quién soy, no sé quién en mí hace de mí este demonio, este ser odioso e imperfecto que se desprecia a sí mismo, que se odia, que se ríe, que se enorgullece de dañarse a sí mismo. Si pudiera, si fuera valiente lo mataría, acabaría con su vida como él acaba con la mía. ¿Acaso son distintas? Un instante de lucidez, de miedo, de pérdida, de luz… un túnel sin destino, encrucijada de caminos, el vacío y el abismo. Todo está y nace en mí, en mí que soy mala, en mí que no sé querer, en mí que no siento sino lástima de mi misma por cuanto todos los demás me desprecian, me ignoran o me buscan no más para burlarse, para reírse un instante y hacer escarnio de mis lacras, de mis debilidades, de mi inimportancia, y luego olvidarme.

¡Oíd! ¡Oíd! No quiero ser yo la de ese espejo, quiero ser libre, dejadme salir. No quiero ser ese monstruo, deseo no ser nadie, no hacer daño, ser feliz. Dejadme, dejadme, dejadme vivir.



2 comentarios:

Dejame que te cuente dijo...

uff..
he podido sentir la angustia casi claustrofobica que desprenden tus letras wara...

encantada siempre de visitarte....
abrazosssssss

Wara dijo...

Jajaja, Fire, sí que da un poquito de angustia... No sé en qué momento ni cómo se me ocurrió el experimento, aunque es verdad que siempre me gustaron las películas y las historias de terror, pero debió de ser en otra vida, cuando mi ánimo no se destemplaba con tanta facilidad. Serán cosas de la edad.

Un abrazo.