martes, 10 de marzo de 2009

Distintas las miradas

Era de noche cuando un viajero llegó a una ciudad en la que nunca antes había estado. Las puertas ya habían sido cerradas, de modo que llamó con fuertes e impacientes golpes hasta que acudió un hombre de edad indefinida y le franqueó el paso; la creciente oscuridad no permitía apreciar detalle alguno al otro lado del grueso muro de piedra, ni casas, jardines o caminos, si acaso los había.

—Dime, ¿qué lugar es éste? ¿Cómo es la gente de esta ciudad? —preguntó el recién llegado.

—¿Cómo era la gente del lugar del que venís? —preguntó a su vez el anciano.

—¡Oh, mezquina! —respondió el viajero—. Sería imposible encontrar una sola persona en quien confiar.

—Temo que lo mismo encontraréis en esta ciudad —respondió el guardián de las puertas antes de que el extranjero se perdiera entre las sombras.

Al cabo de unos minutos otro viajero llamó a la puerta; aunque llegaba hambriento y cansado se entretuvo charlando con el anciano sobre las incidencias de su viaje. Pidió luego consejo sobre dónde hospedarse y manifestó su curiosidad por conocer si era aquella una ciudad grande o pequeña y cómo era la gente que en ella habitaba.

—¿Cómo era la gente del lugar del que venís? —preguntó entonces el anciano.

—Oh, lo cierto es que lamento mucho haber tenido que partir —declaró el segundo viajero—. He dejado allí grandes amigos, personas trabajadoras y generosas.

—Sin duda os hallaréis a gusto en esta ciudad —asintió el anciano guardián de las puertas—. Sabréis cómo encontrar en ella lo mismo que en aquella que habéis dejado.

Porque con frecuencia no vemos las cosas como son realmente, murmuró para sí el anciano al arrebujarse en su vieja capa, las vemos como somos nosotros. Y lo que somos nos acompaña a donde quiera que vayamos.


4 comentarios:

Gabriel Ramírez dijo...

Por esta misma razón no todo el mundo puede ser escritor. Tan sólo una mirada al mundo que sea original y no la que todos podemos tener, hace de un texto literatura.
Nos vemos, Wara.

Wara dijo...

Alguien podría decir aquello de: "para las miradas, colores".

Un abrazo.

Malena dijo...

Hola Wara. Perdóname ante todo por no haber pasado antes a saludarte y darte las gracias por tu comentario pero he pasado unos días malos con la muerte de mi perrito y no tenía cabeza para nada. Espero me disculpes.

He estado leyendo tu relato y es así tal como lo cuentas, las personas si son agradables verán la vida tal como son ellas y al contrario.

Me ha gustado venir a conocerte.

Un beso.

Wara dijo...

Precisamente ayer reconocía yo que no quiero más animales de compañía; quizá sea una actitud un poco egoísta pero es que se nos murieron ya dos perros preciosos, y ahora hay un tercero pachucho... Como que no quiero sufrir más ni pasarlo mal.

Agradezco que pases a visitarme cuando puedas o te apetezca, pero no te preocupes ni te disculpes por no poder hacerlo.

Besos.