martes, 25 de agosto de 2009

Libera un libro

Nunca prestaba atención a las conversaciones ajenas, al principio porque no le importaba especialmente lo que los demás pudieran decir, y después porque su oído dejó de trabajar y lo sumió en aquel mundo poblado de silencios. A veces captaba alguna palabra en el movimiento de unos labios pero al instante, por reflejo, parpadeaba o cerraba los ojos para no molestar; sabía por experiencia que muchas personas no respondían con buenas maneras si lo sorprendían mirándoles, como si en sus ojos portara alguna amenaza, como si sospecharan de la existencia del secreto que guardaba muy adentro y temieran que de su expectación escapara la antigua necesidad, aquel impulso irrefrenable que brotaba de sus entrañas y que años atrás le diagnosticaron como mera obsesión.
Había pasado tanto tiempo empeñado en castigarse a sí mismo, privándose, conteniéndose, negando, que cuando la palabra mágica bailó en los labios de la esbelta chiquilla, él se interesó, pero le resultaba tan difícil seguir la precipitada charla que se revolvió inquieto, incapaz de desembarazase de aquel sentimiento de permanente frustración por los sentidos anquilosados e inútiles, y en un esfuerzo por captar más detalles olvidó toda prudencia e incluso rompió el que, pomposamente, denominaba margen inviolable para su propia seguridad vital. El riesgo mereció la pena a medias, por cuanto consiguió retener cada una de las palabras pronunciadas, murmuradas y veladas, pero no el significado implícito a la conspiración.
Al alejarse las muchachas descubrió el libro olvidado en el banco que ocuparan, sombreado por un viejo tilo en flor. Sin pensarlo un instante, el hombre lo recogió y fue tras ellas, las llamó. No parecieron reparar las muchachas en la anticuada extravagancia de su atuendo ni en el apagado timbre de su voz; reconociendo el libro que sostenía en las manos, lo obsequiaron con una franca sonrisa e incluso le ofrecieron una explicación.
—Es un libro libre —dijeron—, pertenece a quien lo encuentre.
—Con la sola condición de su temporal posesión.
—Quien lo recoja debe liberarlo nuevamente una vez haya terminado de leerlo.
¡Y vaya si él lo leyó! Desde aquel instante, su familiar mundo de silencios se pobló de infinitas voces y palabras que evocaban las emociones del amor, el vivir, el soñar e incluso el morir, al tiempo que recuperaba la antigua y nunca olvidada pasión; de nuevo tenía una misión.

* * * * * *


Ocurría en la ciudad un detalle curioso: las bibliotecas perdían libros de forma no alarmante aunque sí constante, libros antiguos y nuevos que aparecían luego en los lugares más inverosímiles, en lo alto de un tejado, a la entrada de un camposanto, a las puertas de una fábrica o en el andén de la más recóndita estación… Cuando finalmente se capturó al singular ladrón, éste reconoció sin culpa la importancia de su labor.
—Algunos liberan delfines, otros a las aves de su prisión —les dijo—. De liberar libros, me ocupo yo.


7 comentarios:

Carmen Neke dijo...

¡Genial, Wara! Nunca se me había ocurrido mirarlo de esa manera, pero puestos a liberar, desde luego que esa es la acción más lógica.

Almudena dijo...

Uy, no los presto así que imagínate abandonarles a su suerte en cualquier lugar. Ni hablar.

¡Ah!advierto que si encuentro uno sólo y desvalido, me lo quedo.

Besucos.

Malena dijo...

Maravilloso escrito, Wara. No sólo por la temática sino por la forma en el que lo vas desarrollando. Deliciosamente humano y lleno de fantasía.

Me reencuentro con la Wara de siempre.

Mil besos.

Arcángel Mirón dijo...

Hermoso, muy.

:)

Wara dijo...

Me parece que para regalar libros, en el sentido de liberarlos, uno tiene que ser muy desprendido. No sé, yo tiendo a ser más egoísta, y si alguno encontrara, seguramente me lo quedaría como Anjanuca, jaja.

Encantada de tenerte de vuelta, Malena. Besos a todas, muchas gracias.

Dejame que te cuente dijo...

me ha recordado este post a una iniciativa muy bonita que vi en tv....
trataba de eso precisametne...de liberar libros y dejarlos en las ciudades...para convertirlas en bibliotecas ambulantes....

bonito post....
saludos...¡¡¡
:-)

Wara dijo...

Fire, tengo entendido que el bookcrossing es algo ya generalizado, incluso en la red, pero a ver si me lío con los términos y no es lo mismo (creo que sí). A mí me encanta la idea, el objetivo, como cuando ves en una película cómo una furgo llena de libros lega a un pueblo remoto o en el fin del mundo llevándoles libros para intercambiar...

Ayyy, un abrazo, Fire.