sábado, 14 de febrero de 2009

Día del desamor

No pudo evitar cierta brusquedad en el gesto de desasirse de su abrazo, como si el contacto de sus manos le hiciera daño.

—La vida hay que vivirla —le dijo.

Y supo al instante, sintió que su crueldad era innecesaria. Lo leyó en la expresión de su rostro, en la forma en que entrelazaba las manos, los dedos crispados, en cómo las palabras morían en sus labios y en la desesperación con que apretaba los párpados para detener el torrente de lágrimas.

Se alejó unos pasos, la mirada enturbiada por algo nuevo y extraño, mezcla de disgusto, rechazo y lástima.

—La vida hay que vivirla —volvió a decir muy despacio, como para convencerse de sus propias palabras.

—Pero no junto a mí —oyó que le respondía mientras la puerta de la calle se cerraba a su espalda.
***

4 comentarios:

Anónimo dijo...

bueno.. al menos fue honesto.

Saludos
Hannibal

Wara dijo...

Sí, había que concederle cierto margen para no dejar su comportamiento en mera crueldad.

Me alegro de verte, saludos.

Malena dijo...

Wara, veo que eres amiga de Calle Quimera y ellos son muy especiales para mí, así pues sé bienvenida. Ya sabes... los amigos de mis amigos...

Me ha gustado tu post y la imagen que habla más que mil palabras. Un corazón vacío es algo indescriptible porque la vida también se convierte en vacía, pero muchas veces, por nuestra estabilidad emocional, debemos dejar que la otra mitad marche. Siempre será mejor que no toda una vida sufriendo.

Gracias por visitarme pues me has dado la oportunidad de conocerte.

Un beso.

Wara dijo...

Ay, sí, Malena, gracias a Calle Quimera, que hoy abrió la puerta que me llevó a tu espacio; también gracias a ti por devolverme la visita, encantada de conocerte y, por supuesto, estaré igualmente encantada de seguir visitándote.

Besos.