... Tanto tiempo caminando, arrastrando los pies por la hiriente arena del desierto que finalmente tomó conciencia del castigo y la condena: sus plantas estaban por siempre encadenadas a las brasas del infierno.
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... Pero el pecado… no recordaba cuál fuera el pecado que motivara tan implacable pena.
8 comentarios:
Mi querida Wara: Hay veces que nos acostumbramos tanto al dolor que no sabemos cual fue su origen. Es cuestion de levantarnos con fuerza y acariciar y curar esas plantas para luego volver a sonreir.
Mil besos y mil rosas.
Mi querida Wara: Me tienes preocupada porque todavía no has mirado los comentarios.¿Cómo va todo?
Mil besos y mil rosas.
El infierno no es tanto el dolor, sino que ese dolor sea infinito. Nunca sabemos que nos condena a esa pena.. nunca
Y a veces ocurre también que un castigo es quizás inmerecido, y se lleva a cuestas eternamente, sin hallarle justificación o explicación.
Ay, Malena, de nuevo gracias por tu interés. Llevo más de un mes sin dormir en casa, vengo sólo unas horas cada tres días y bueno, que entre lo que quiero y deseo (leeros) y lo que necesito (dormir), temo que me vence el sueño. Pero resisto, y espero que sea ya cuestión de unos pocos días más.
Besos a los dos, Malena y Druida. Con lo que a mi me encanta pasarme por los blogs plácidamente por la noche, sin prisas, y ando ahora arañando minutos... Bueno, lo dicho: pronto.
Pena, la nuestra, por no tenerte.
Qué hicimos para merecer este castigo?
;-)
Un abrazo, Warita!
Pues creo que ya he vuelto, aunque antes de dar guerra necesito un pequeño reajuste porque incluso se me hace extraño estar aquí sentada, ante mi Pc, jaja, quién lo diría.
Otro abrazo, querida Núria.
Entonces... si no lo recuerda... es que ya lo ha pagado con creces.
Besos.
Quizá tengas razón, A. Quizás ha pagado lo que quiera que haya tenido que pagar y el olvido no deja de ser una forma de alivio.
Besos y feliz semana.
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