En la zapatería le muestran un calzado de lo más cómodo, y en las boutiques prendas que mutan del gris al negro en todos sus tonos. Observa las nubes en concentrada esperanza; no sabe desde exactamente cuándo, pero las reconoce y entiende su lenguaje de claros, lluvia y nubarrones; y hoy, no, no lloverá, acaso para privarla de razones, de excusas que la eximan de salir a pelear con los leones.
Pero sí, ¡entérate!, ella quisiera ser así, despreocupada, arriesgada, voluble y segura. Quisiera ir por la vida sin mirar continuamente dónde pone los pies, si esconde los ojos o juega con las manos, ignorar que amenaza lluvia y ha olvidado el paraguas, si hace calor y la bufanda se enrosca en su cuello robándole el oxígeno que precisan sus pulmones, si acaso sus palabras causarán mas estruendo que sus pasos en el silencio de la calle. Ella quisiera ser así, comprarse un vestido encarnado, escarlata encendido, que le animara el semblante. Quisiera calzarse otra vez aquellos tacones de vértigo que tanto le encantaban, que tan bien le sentaban porque en ellos volaba sin limitaciones. Quisiera salir a la calle sin comprobar primero que nada falte en su bolso, olvidar la cartera, un bolígrafo, el perfume o las llaves. Pero ya alcanza a ver nubarrones… Salvada por la campana que repica incontables miedos y temores, se olvidará por hoy de batallas y tacones.
Pero sí, ¡entérate!, ella quisiera ser así, despreocupada, arriesgada, voluble y segura. Quisiera ir por la vida sin mirar continuamente dónde pone los pies, si esconde los ojos o juega con las manos, ignorar que amenaza lluvia y ha olvidado el paraguas, si hace calor y la bufanda se enrosca en su cuello robándole el oxígeno que precisan sus pulmones, si acaso sus palabras causarán mas estruendo que sus pasos en el silencio de la calle. Ella quisiera ser así, comprarse un vestido encarnado, escarlata encendido, que le animara el semblante. Quisiera calzarse otra vez aquellos tacones de vértigo que tanto le encantaban, que tan bien le sentaban porque en ellos volaba sin limitaciones. Quisiera salir a la calle sin comprobar primero que nada falte en su bolso, olvidar la cartera, un bolígrafo, el perfume o las llaves. Pero ya alcanza a ver nubarrones… Salvada por la campana que repica incontables miedos y temores, se olvidará por hoy de batallas y tacones.
10 comentarios:
Me encantó. Me pareció abismal y tremendamente femenino: la obligación de ser mujer en el mundo, con tacones, carteras y vestidos, y tener un amor y una soledad en las manos que desorienta, y hace perder el sentido de la obligación, y recuperar algo anterior, tu misma, perdida en una calle cualquiera, sin requisitos.
Hola, Druida, sí que es tremendo pelear cada día con el deseo de ser libre en tanto uno mismo y responder al tiempo a las expectativas que los demás tienen sobre nosotros.
Un abrazo.
Quizás algún día estuve en esas, supongo que fue así. Pero ya no. La edad lo cura casi todo.
Y es bueno que cure, ¿no? y que nos haga valientes y nos reafirme en nosotros mismos.
Un abrazo, Gabriel.
Hola Wara. A mí también me gustaría ser más segura y no preocuparme de miles de cosas al mismo tiempo, de no tener que luchar con leones cada día y al mismo tiempo ir con la sonrisa en los labios, pero hay lo que hay y de vez en cuando se puede respirar porque cae algún chaparrón.
Me ha encantado tu escrito. ¿Te importaría que te enlazara?
Besos y rosas.
Hola, Malena, será agradable sentirme enlazada. Muchas gracias.
Besos.
¿Sabes qué es lo que me libera a mí? Cortarme el pelo. Cojo las tijeras, me planto frente al espejo, me corto el pelo muy cortito. No veo por detrás, pero me lo corto como intuyo. Y eso se pone en la balanza y los tacones y las preocupaciones y el zapato cómodo y el vestido y las inseguridades desaparecen.
Un beso, Wara querida.
Ay, Fusa, las medidas drásticas ayudan, ya lo creo, pero yo y mis pelos también hemos sufrido lo nuestro para conseguir esta media melena que me adorna, jaja. Pero lo bueno es que cada uno tenemos nuestro remedio, una especie de ritual al que acogernos para sobrevivir a esos días que nos aprietan un poquito.
Besos.
tacones...corses....hasta los pies vendados de las chinas....
dicenq ue todas estas costumbres milenarias...solo han pretendido cortar als alas de la mujer...limitarla....trabarla....
asi que nada de tacones.....a no ser que nos permitan volar libres....
un abrazo
Es verdad, Fire, la mujer debe mirar de ser ella misma, nada más. Entonces llegará muy alto.
Un abrazo.
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